Cuentos de la página www [100.00%]
y se interna en la
calle, lustrosa de humedad, amparándose, bajo los ocasionales balcones o
toldos, de la lluvia incipiente. Dos cuadras más adelante, se detiene en un
pasillo oscuro y maloliente, escudriña la negrura urbana tamizada por la
fría llovizna, y enciende un cigarrillo. Siente la humedad en los pies y en
las botamangas de los pantalones, se fastidia un poco. Cruzando la calle hay
una ventana abierta en el primer piso de una casa. El interior está oscuro.
Faustino se aprieta contra la pared del pasillo. Una laucha salta hacia la
calle y se pierde rápidamente en la boca de tormenta más cercana. ¿Estará,
la mujer, en ese lugar, o hará el plantón sin sentido?. Acomoda el cuerpo,
como los gatos que se arrullan contra una frazada, y se resigna a la espera.
Al cabo de dos horas de paciente observación, algo preocupado por el
enflaquecimiento progresivo de su provisión de cigarrillos, nota movimientos
en el departamento oscuro. Una luz se enciende, en alguna parte, y su tenue
resplandor ilumina, apenas, el cuarto que da al balcón. Faustino aguza la
vista. No hay cortinas en la ventana, o, si las hay, están abiertas.
Discierne un armario alto, unos cuadros pequeños y el respaldo de una cama.
Entonces, la ve. Sentada en la cama, la mujer permanece quieta,
aparentemente vestida. Faustino no puede distinguir las facciones del rostro
pero sabe que es ella. Lo sabe por el
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