que es una pérdida de tiempo y es mejor (o más cómodo) hacer las cosas rápido y de una forma estandarizada o ya conocida. Hacer las cosas sin pensar es como entrar a una habitación llena de muebles sin prender la luz. Seguramente avanzaremos a tientas sin mucha idea de que hay adentro hasta que nos tropecemos con el primer mueble. Mejor es primero prender la luz antes de entrar y ver primero qué hay delante y pensar qué camino es el mejor para andar entre los muebles. En los ejercicios observé que algunas veces actuamos de esa manera impulsiva y atolondrada, cuando incluso la situación no demandaba ningún apuro. Y después los resultados fueron mejores cuando reinó la calma y se pensaron las cosas un poquito antes de actuar. También recuerdo otras cosas que pude observar durante los ejercicios y se sumaron al aprendizaje como son: hay que respetar y pensar en lo que nuestras acciones causan en los demás; aprender a no tener miedo en decir que hemos llegado al límite de nuestra capacidad de trabajo o, por el contrario, podríamos animarnos a pedir que nos den más trabajo o trabajos más complejos si sentimos que somos más capaces de lo que los jefes creen y pensamos que podemos con más, o sea, no permitir estar abrumados por el trabajo como tampoco permitir que nuestras capacidades queden desaprovechadas ya que somos el recurso más valioso que tiene una empresa: el humano; no temer en general en pedir y establecer nuestros tiempos, y luego debemos respetar estos tiempos;